Crítica de Arte

viernes, 31 de enero de 2014

Producción literaria: "La cena".


Colaboración en el núm. 17 de la revista literaria FATUM. El andar de las letras. 

La Cena


Gregoria no tenía más que su joven corazón lleno de vida y ganas de amar, así que decidió ofrecerlo para La Cena. Lo puso a descongelar, le quitó todos los miedos, lo limpió de viejas heridas, rencores, pellejos, celos, grasa y malos sentimientos. Le deshuesó el dolor, lo puso a hervir dos veces en agua de mar como se hace con el pulpo o con el bacalao, para que no supiera a "amores pasados". Lo marinó, lo aderezó, lo metió al horno para que emanara calor y fuera un lugar acogedor. Lo sirvió con una guarnición y una ensalada: un coño bien húmedo, unos senos pequeños, dos nalgas grandes como papas y dos piernas delgadas como espárragos, bien torneadas. Puso la mesa, las velas y los manteles largos. Llegó el invitado. Se sentó. Destapó una botella de vino cosecha 2008, una rara mezcla de dos uvas de la alta y la baja California: seducción femenina y feromonas. Bebió la botella entera. Le trajo el platillo; sin preámbulo fue directo a la guarnición y a la ensalada, se la comió toda y repitió 1, 2, 3, 4 veces. El corazón que se le ofrecía ni lo tocó, tal vez el invitado era vegetariano. Terminó la velada. Los amantes se despidieron sin la promesa de volverse a ver. Con un profundo hoyo en el pecho y un hueco en el estómago, Gregoria guardó nuevamente la cena en la nevera, no fuera siendo que la indiferencia echare a perder su corazón. Mientras tarareaba amores incompletos de Los Tres, dos lágrimas rodaron por sus mejillas, las tomó suavemente con las yemas de sus dedos y las guardó en un salero, una era para cocinar la próxima cena, la otra era para la sal de sus historias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario